Juan Bosch, “Páginas sueltas” Antología Medrosa de Iván García Guerra.

Trabajo sobre Juan Bosch perteneciente a “Páginas sueltas”, quinta parte del libro “De amar y penar”, Antología Medrosa de Iván García Guerra. Poemas sobre diversos temas desde mediados del 1980 hasta nuestros días. Pendiente de publicación.
Con la voz del Pueblo

Escrito con motivo de la Celebración del
Centenario del nacimiento del Profesor Juan Bosch;
pero, “explicablemente”, no lo publicaron en la Antología de poemas ad hoc.


Quiero pedir prestada su voz al pueblo para invocar tu vida, tu presencia. Perdona si disturbo tu sosiego, (que no lo creo posible); te necesito vivo y bien despierto, papá Juan, como testigo y juez, como conciencia brújula, como impulsor de anhelos, de los tuyos, los míos, los del pueblo.

Podríamos olvidar que alguien nació en un pueblo pequeño e historioso, que superó su infancia entre pinos y ríos con matiz de esperanza, y que fueron su aura permanente amor que no termina, rectitud que no duda, macizos alimentos que son puertas y caminos de sueños que hablan de certezas.

Se podría relegar que iniciados sus pasos por sendero aprendido, se enamoró hasta siempre de humildad, libertad, de honradez y justicia, y que siéndoles fiel, ebrio de mocedad, conoció la prisión y paró en el exilio, un áspero enemigo que lo siguió inclemente por persistentes trozos de eternidad.

Se podría arrinconar en la sombras de olvido que volvió a su país a entregarse a su Patria, con una luz sincera destellando en la frente, para dejar la herencia vibrante de su espíritu que aún nos estremece con señales de alba... cual condena fructuosa de un venir compartido que debemos lograr.

Ahí están sus palabras:
“Aún estamos a tiempo de emprender la cruzada de limpio corazón y brazo enérgico para matar el miedo en este pueblo... Somos tierra pequeña, que sólo se engrandece por amor, por virtud, por cultura, por bondad. Apréndanlo; ténganlo siempre vivo, manténganlo presente:
¡La libertad es su destino! He venido hasta aquí para pedirles esto, para servir en todo momento
en cuanto sea necesario; estoy dispuesto a cumplir con lo que deba; y ante quien sea preciso caer arrodillado para hacer surgir de mi agravio punzante, si es necesario, y del querer de ustedes, que es preciso y prioritario, una fórmula de vida para todos... una igualdad que dure para siempre...”

Mas, por supuesto, también podrían dejarse los sonidos de lado como lo hacen los pueblos destinados a repetir los destrozos de un pasado.

Pero aquí están sus hechos...

Tu hechos, papá Juan: tu claridad profética para ver el mañana, tu tino en el quehacer de las cosas de la Patria, tu torrente irrefrenable de esplendentes ideas lacerantes que en cada día que pasa se consuman más ciertas, más certeras... ¡necesarias!; y arriba y por debajo, cielo y tierra, fruto y semilla, la credencial que afirma tu grandeza: tu irreprochable ejemplo de ética vívida.

No quisiera que esto se perdiera, igual que aquella voz que clamaba en el yermo de esta isla. Estas palabras deben ser repetidas en las vívidas almas de cada ciudadano y entonadas cual himno en todo labio con límpida alegría, segundo por segundo, por tiempo ilimitado si es preciso.

Por eso te molesto en tu descanso, (que no lo creo viable, ya lo dije), para que nadie ose olvidar, relegar, arrinconar, dejar de lado lo que debe preservarse patrimonio, senda, canon, deber ineludible y resultado.

Y este pueblo cuya voz he pedido prestada, mas este yo, un enclenque vocero voluntario, soñamos con que estás, papá Juan, aquí, vivo y despierto, testigo y juez, conciencia brújula, impulsador de anhelos, y sobre todo astilla, dolorosa presencia en la triste conciencia de tantos fariseos, esperando sin duda al igual que nosotros... ¡primero que nosotros!, algún día que queremos cercano en que estés complacido en tu sosiego, tranquilo, satisfecho, y contigo tu pueblo muy querido... ¡progresando!