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Ivan Garcia Guerra

El maestro Ivan Garcia Guerra en su ex ponencia  
"El Teatro, arte idóneo en la transformación social" celebrado del 17 al 19 de abril en la Universidad Autónoma de Santo Domingo.

Un buen teatrista debe conocer bien su sociedad



Para hacer teatro se requiere de una profunda vocación, entender el oficio como una forma de vida, como un camino que enriquece al espíritu, y no a los bolsillos. Las nuevas generaciones de teatristas dominicanos deben dedicar más tiempo al aprendizaje de la cultura nacional y universal. Los actores y actrices que se están formando en la Escuela de Bellas Artes presentan serias limitaciones en ese sentido.



Un artista escénico que no conozca las fuerzas que mueven la sociedad a la que pertenece sería incapaz de hacer un teatro verdaderamente representativo.

El señalamiento lo hace Iván García Guerra, dramaturgo, director escénico, actor y maestro de generaciones. Con 53 años de experiencia sobre las tablas, numerosas premiaciones y reconocimientos y un manto de respeto y admiración que aparece cuando se pronuncia su nombre, García Guerra posee toda la propiedad del mundo para hablar del tema.

Como actor se ha metido en la piel de doscientos veinte personajes. La bibliografía dramática del país registra sesenta obras de su autoría y durante toda su carrera ha luchado por la creación de una escena criolla que huela a dominicanidad, “que tenga el sabor de lo que somos”.


Por la gente

“No soy feliz, algo me falta. No sé que es, pero lo busco” repite insistentemente uno de los personajes de “Los hijos del Fénix”, obra escrita por Iván García y en la que se aprecia el pensamiento de este noble ser humano.

El mismo artista confiesa que en toda una vida de trabajo teatral no ha buscado otra cosa que ayudar en la construcción de un mundo mejor. “Para mí el teatro es una forma de vida, no un medio para vivir. Nunca he pretendido hacerme rico con esto. Lo que me interesa es decir lo que quiero decir y aportar un poco a la sociedad”, afirma.


Motivado por ese deseo de aportar, el teatrista recorrió los principales pueblos y campos de la República sembrando la semilla del conocimiento. Si no todos, la mayoría de grupos teatrales del país le deben por lo menos un taller de esos que se imparten con mucho amor y sin ningún interés lucrativo.



El artista inició su recorrido por las tablas en 1955, cuando un vecino le propuso participar en “El gran teatro del Mundo”, de Calderón de La Barca.



Recuerda el augurio de una crítica que apareció en la prensa a propósito de su actuación: “El actor que se inicia de esa manera tiene un buen futuro asegurado”. Así sería. A los 17 años Iván García Guerra ya formaba parte del Teatro Escuela de Arte Nacional, donde conoció a Freddy Nanita, Antonio Blanco Montes, Máximo Aviles Blonda y a Niní Germán. Poco después se encontraba trabajando junto a Héctor Hincháustegui y Franklin Domínguez en el montaje del Primer Festival de Teatro Dominicano, durante el gobierno de Juan Bosch. Para el histórico festival escribió una obra en la que muestra al desnudo su corazón, el de un soñador,“Más allá de la búsqueda”.



Sus pretensiones causaron cierto recelo entre algunos de sus compañeros. “El muchachito” quería imponer una nueva forma de hacer teatro, poner a un lado las formalidades rusas y hacer una propuesta más naturalista, más espontánea. Su permanencia como figura cimera de las tablas nacionales demuestra que consiguió su objetivo.



No se detiene


A pesar del cansancio que le llega con la edad, Iván García se mantiene presentando un promedio de cuatro obras por año. En esta etapa de su vida tiene una preferencia dividida entre la escritura y la enseñanza.



Tomado: http://dramaturgosdominicanos.blogspot.com

Una canción de la sección “Otoño”



Una canción de la sección “Otoño”, octava parte del libro “De amar y penar”, Antología Medrosa de Iván García Guerra. Pendiente de publicación.


Es...
Canción. 1990 
Texto e idea musical míos 
en arreglo de Manuel Tejada, 
fue presentada en Un Festival de la Canción. 
Luego hice una versión coral 


Es lo que se oculta 
detrás de la sonrisa; 
es lo que nos guía 
en la noche oscura. 
Es fuerza que anida 
en el alma del pobre; 
es lo que hace el orden; 
es la sed de justicia. 
Es lo que hace tierna 
la mano en la caricia, 
la rugiente fuerza 
que en el rayo ilumina. 
Es lo que hace el día 
y lo que da el descanso, 
universo que vibra 
entre alba y ocaso.

Es flauta de plumas 
que termina la bruma; 
es color que crea 
alas de primavera. 
Es la melodía 
que silencia lo externo; 
el largo silencio 
que el pensamiento habita. 
Es lo que perfuma 
el aliento del niño, 
candor que perdura 
en el viejo y vencido. 
Es el respirar 
que la vida mantiene; 
es magia que mueve 
la tierra en su girar.

Es lo que perdona 
cuando el mundo te ofende; 
es lo que se encienda 
cuando el fuego se agota. 
Es grito que enciende 
cuando el silencio manda;
es voluntad que calla 
cuando el hablar ofende. 
Es la fe inconmovible 
que la paz hace eterna, 
la esperanza firme 
que hace corta las penas. 
Es el raro hechizo 
que hace dulce a la abeja, 
que mueve a una estrella, 
que es fin y principio...

¡Es el amor!


NO FUE EN BICICLETA


NO FUE EN BICICLETA
Por Ivan Garcia Guerra

Nacido en Santiago de Chile el 14 de julio del 1940, Alonso Alegría Amezquita es conocido como uno de los más prestigiosos dramaturgos del Perú, hijo del famoso novelista indigenista Ciro Alegría y de la pianista Rosalía Amézquita. Ambos peruanos.

Todavía muy joven ganó una beca Fulbright y asistió a la Universidad de Yale, en la cual obtuvo los grados de Bachiller en Arte (1964) y Master of Fine Arts en Dramaturgia y Literatura Dramática (1966) con estudios especiales de Dirección de Escena (1967). Ha vivido una intensa vida teatral como profesor, dramaturgo, director y activista.

Son sus obras “Remigio el huaquero” (1965), “¡Libertad!” (libreto para ópera, 2005, en Montpellier, Francia), “El terno blanco” (1981 en Potsdam, Alemania), “Daniela Frank” (1993), “Encuentro con Fausto” (1999), “Para morir bonito” (2009), una inédita y sin estrenar "Cavando en la arena" (finalista premio Tirso de Molina 2002 y la pieza histórica "Bolognesi en Arica", además la que ahora nos ocupa, “El cruce sobre el Niágara” (1969), con la cual ganó el premio Casa de las Américas de ese año, traducida en doce idiomas y que ha sido montada en más de 50 países

La obra nos relata los encuentros imaginarios de Blondin un real volatinero del siglo XIX, cruzador varias veces de las Cataratas del Niágara, y de Carlo (así, sin “s”), un joven seguidor del artista quien lo convence de repetir su hazaña esta vez llevándolo a él sobre sus hombros.

El dialogo, lineal, algo anecdótico, bien desarrollado en cuanto logra mantener la atención con una evolución simple, logra pinceladas poéticas cercano el final cuando se refiere a la posibilidad de que los dos alcancen el Sol, luego de una vida que a pesar de haber sido arriesgada y peligrosa parece resultarles vacía y aburrida.

Ambos personajes llenan o se precipitan por el conciso cause del tema, unidos por la obsesión de una acción o aventura que solo tiene sentido para ellos, con la cual buscan, sin traicionar lo que los define, un justificación vital que no es más que un escape.

Orestes Amador y Wilson Ureña son los efectivos corceles sobre los cuales cabalgan estas dos metáforas serenamente atormentadas. Sus actuaciones son nítidas, bien expresadas oralmente y visualmente excitantes gracias a una hermosa plástica creada por la coreógrafa Marianela Boan.

Y esa belleza formal, aupada hasta límites que se aproximan a la absoluta exquisitez se completa con, quizás, la más hermosa, precisa y funcional iluminación escénica que recuerde haber visto en el auditorio de Bellas Artes, creación del grande Bienvenido Miranda. 

El sonido, responsabilidad de Xavier Ortiz, adecuado y también puntual es otro logro, que apuntala y refuerza la acción sin competir con el dialogo.

Este cúmulo de aciertos nimba otro éxito de la concepción y la batuta escénica de Flor de Bethania Abreu, quien con merecida satisfacción celebra sus 60 años de actividad escénica. 

A Flor la conocí cuando yo ensayaba la que sería mi primera actuación (“El gran teatro del Mundo”) hace 58 años; invitado por su madre, la actriz Zulema Atala Javier, participé durante una Semana Santa en unos cuadros bíblicos sobre la Pasión de Cristo, en la cual “actué” junto a ellas representando a un dulce apóstol San Juan. Meses después me puse de su lado en una tonta o publicitaria disputa alrededor de lo que sería mi segunda actuación (“Un sombrero lleno de lluvia”), la cual debía compartir con ella y el amado hermano ya ido, Pepito Guerr4a.. 

Y así, desde entonces hemos sido amigos de primera, solamente separados ocasionalmente por las físicas distancias del espacio continental; España, donde ella residió por un tiempo que se me antoja largo, y Santo Domingo, donde yo me quedé. En el tiempo que precedió, hasta la fecha, muchos han sido las colaboraciones estrechas entre nosotros, dos de esos pocos especímenes en peligro de extinción, los dinosaurios teatrales, quienes aún respiran vigorosamente en demostración indiscutible de vibrante aliento vital y de un laudable deseo de comunicarse mediante el lenguaje artístico.

Siento que la brillante celebración que ha logrado esta mujer admirable también es mía, gracias a esta familiaridad de clase (por supuesto con tu permiso, hermana). Has cruzado el Niágara en tu camino hacia la irrebatible luz que ilumina nuestra Tierra

Y para terminar este humilde comentario, no puedo evitar referirme a la popular frase dominicana “cruzar el Niágara en bicicleta”, la cual es un eufemismo de cualquier endiablado momento o casi imposible faena, o sobre todo a estar pasando “crugía o “crujía”, no sé cómo se escribe.

No, no es el caso. Sí cruzaste el Niágara, amiga; pero no fue en dos ruedas. Lo lograste con brillantes y firmas alas de águila… y sentí que me llevabas un tanto sobre tus hombros, tiernamente.

Juan Bosch, “Páginas sueltas” Antología Medrosa de Iván García Guerra.

Trabajo sobre Juan Bosch perteneciente a “Páginas sueltas”, quinta parte del libro “De amar y penar”, Antología Medrosa de Iván García Guerra. Poemas sobre diversos temas desde mediados del 1980 hasta nuestros días. Pendiente de publicación.
Con la voz del Pueblo

Escrito con motivo de la Celebración del
Centenario del nacimiento del Profesor Juan Bosch;
pero, “explicablemente”, no lo publicaron en la Antología de poemas ad hoc.


Quiero pedir prestada su voz al pueblo para invocar tu vida, tu presencia. Perdona si disturbo tu sosiego, (que no lo creo posible); te necesito vivo y bien despierto, papá Juan, como testigo y juez, como conciencia brújula, como impulsor de anhelos, de los tuyos, los míos, los del pueblo.

Podríamos olvidar que alguien nació en un pueblo pequeño e historioso, que superó su infancia entre pinos y ríos con matiz de esperanza, y que fueron su aura permanente amor que no termina, rectitud que no duda, macizos alimentos que son puertas y caminos de sueños que hablan de certezas.

Se podría relegar que iniciados sus pasos por sendero aprendido, se enamoró hasta siempre de humildad, libertad, de honradez y justicia, y que siéndoles fiel, ebrio de mocedad, conoció la prisión y paró en el exilio, un áspero enemigo que lo siguió inclemente por persistentes trozos de eternidad.

Se podría arrinconar en la sombras de olvido que volvió a su país a entregarse a su Patria, con una luz sincera destellando en la frente, para dejar la herencia vibrante de su espíritu que aún nos estremece con señales de alba... cual condena fructuosa de un venir compartido que debemos lograr.

Ahí están sus palabras:
“Aún estamos a tiempo de emprender la cruzada de limpio corazón y brazo enérgico para matar el miedo en este pueblo... Somos tierra pequeña, que sólo se engrandece por amor, por virtud, por cultura, por bondad. Apréndanlo; ténganlo siempre vivo, manténganlo presente:
¡La libertad es su destino! He venido hasta aquí para pedirles esto, para servir en todo momento
en cuanto sea necesario; estoy dispuesto a cumplir con lo que deba; y ante quien sea preciso caer arrodillado para hacer surgir de mi agravio punzante, si es necesario, y del querer de ustedes, que es preciso y prioritario, una fórmula de vida para todos... una igualdad que dure para siempre...”

Mas, por supuesto, también podrían dejarse los sonidos de lado como lo hacen los pueblos destinados a repetir los destrozos de un pasado.

Pero aquí están sus hechos...

Tu hechos, papá Juan: tu claridad profética para ver el mañana, tu tino en el quehacer de las cosas de la Patria, tu torrente irrefrenable de esplendentes ideas lacerantes que en cada día que pasa se consuman más ciertas, más certeras... ¡necesarias!; y arriba y por debajo, cielo y tierra, fruto y semilla, la credencial que afirma tu grandeza: tu irreprochable ejemplo de ética vívida.

No quisiera que esto se perdiera, igual que aquella voz que clamaba en el yermo de esta isla. Estas palabras deben ser repetidas en las vívidas almas de cada ciudadano y entonadas cual himno en todo labio con límpida alegría, segundo por segundo, por tiempo ilimitado si es preciso.

Por eso te molesto en tu descanso, (que no lo creo viable, ya lo dije), para que nadie ose olvidar, relegar, arrinconar, dejar de lado lo que debe preservarse patrimonio, senda, canon, deber ineludible y resultado.

Y este pueblo cuya voz he pedido prestada, mas este yo, un enclenque vocero voluntario, soñamos con que estás, papá Juan, aquí, vivo y despierto, testigo y juez, conciencia brújula, impulsador de anhelos, y sobre todo astilla, dolorosa presencia en la triste conciencia de tantos fariseos, esperando sin duda al igual que nosotros... ¡primero que nosotros!, algún día que queremos cercano en que estés complacido en tu sosiego, tranquilo, satisfecho, y contigo tu pueblo muy querido... ¡progresando!

Dos poemas: Antología Medrosa de Iván García Guerra.

Dos poemas de la sección “Búsqueda”, pertenecientes a la sexta parte del libro “De amar y penar”, Antología Medrosa de Iván García Guerra. Pendiente de publicación. Son poemas que se refieren a un período de investigación espiritual.

Mansión interior
1979

Hay un espacio, destino de los ojos del espíritu y en su azul eternal te regala mansiones; el imperio del Padre que hoy es nuestro.

Mi oración es mi ansia de engarzar en la cadena de tu obra. Voz de alba redonda; calor de plenitud de mediodía; anuncio del descanso.

No, ¡¿qué digo?!... Tú no eres la paz, angustiante alegría: eres el movimiento que no cesa, que disfruta al nacer; y el placer sin fronteras del crecer que te asfixia y te da vida; dolo gozoso, rayo atronador, mansedumbre del trueno, dulzura en la retama,:luz de esperanza, cielo en nosotros.

Para ti quien eres humildad... sólo el silencio cabe: no hay voz a tu estatura, no hay loa que te alcance para hacerte alabanza.

¿Por qué entonces habría de cantarte?, hombre de hombres.

Y sin embargo lo hago, deseo hacerlo; quiero elevar mi voz de añil y de luces de nubes de armonía hasta el claro misterio de tu estatura.

Ya no debo voltear los ojos hacia arriba para poder alcanzarte; mi mirada se adentra, percibiendo como crece la vida sin fronteras en el interno espacio.

Hijo, hermano, camino, tu has unido al humano con los ángeles del cielo: no en la cruz, liberado en el umbral del tiempo, siempre abiertos tus brazos.

Amistad es tu nombre, bondad irresistible: el amor es tu esencia, el amor de los predios de la carne, el ígneo insustentado amor, el mismo amor tú mismo.

Prisionero te han dicho de nuestros interiores; ¿Pero, cómo encerrar lo que es el todo? Eres la libertad inexpugnable; la libertad tú mismo.

Has puesto el universo en nuestro pecho; más adentro del sístole y del diástole; circular en espacio y en el tiempo dentro de nosotros. Estás ahí, lumbrera inextinguible a pesar de los giros de la noche.

Soy capaz de crecer gracias a ti al poderte albergar en mí (graciosa concesión); semilla culminada de Cenit que se siembra en Nadir para hacer aún más grande lo imposible posible: que crezca lo infinito.

¡Gracias!

Eres

Canción al Divino Ser 
que me acogió bajo su sombra-luz, 1985 

¡Oh, Divino Misterio! 
Eres tan infinito 
y aún tan cercano, 
amado Padre, 
Maestro y Señor...

Eres lo que busco 
en la tímida flor en medio de lo agreste 
y eres lo que procuro 
en la profundidad de una noche estrellada.

Eres mi piedra angular, 
eres mi sendero, 
eres mi sola necesidad 
mucho más allá 
de cualquiera ilusión de este mundo.

Eres mi predio de paz 
y mi fuerza en toda lucha; 
eres una cristalina corriente de gozo 
y eres consolación cuando hay pesar.

Eres mi único rey 
y todo mi poder ciertamente viene de ti; 
eres mi Padre 
y la inmerecida meta de mi amor paternal; 
eres mi amador y mi amor y mi ser.

Eres el bastión 
donde todos mis temores son apartados; 
eres el santuario 
donde mi pureza es conservada con vida; 
eres el templo 
donde mi potencial habita.

En Ti mi vida es 
una inmensidad expansiva 
descubriendo 
los infinitos límites del amor.

Eres para mí 
la puerta hacia la inmortalidad; 
eres el ígneo y dulce hogar 
que humildemente pido para la eternidad... 
cuando me vaya.

Sé que tus brazos 
están completamente abiertos en todo momento 
para recibir a éste tu hijo 
que sólo aspira a crecer 
y disfrutar siendo un buen servidor en los universos que eres.